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Niño "Exterior"

El pasado 17 de febrero fue un día doblemente especial por dos razones:

1. Cumplí años.

2. Cumplí 30 años de vida.

Por tal motivo fue que decidí festejarme a lo grande, pero de una forma única y diferente: haciendo una fiesta de disfraces.

Así es. El 18 por la noche llevé a cabo una fiesta de disfraces para celebrar mi cumpleaños y déjame decirte que fue una fiesta en la que me divertí como hacía mucho no lo hacía.

La preparación inició dos semanas antes con la ayuda de dos amigos (ambos llamados Edgar coincidentemente) sin los cuales no hubiera podido ser posible el éxito que tuvo la fiesta.

Hubo disfraces, música en vivo (gracias Chino y Edgar) bebidas preparadas especialmente para la ocasión como "pócimas azules y rojas, cerveza de mantequilla (que de mantequilla no tenía nada pero si mucho de ron, Baileys y cerveza de raíz) y una bebida creada por mi buen amigo Edgar Ochoa y un servidor, a la que bautizamos como Agua de la Llave debido a su color turbio pero que sabía riquísima (una especie de pandi-shot líquido).

Ahí no paró la cosa.

También tuvimos un torneo de Beer-Pong y concurso de disfraces en los cuales, hubo sus trofeos respectivos; en el Beer-Pong un trofeo parecido al del Super Bowl pero en vez de tener un balón de americano en la punta, había un vaso rojo con su pelota de ping pong.

Respecto al concurso de disfraces, dos "Oscares" fueron entregados a los mejores disfraces: Vegeta de "Dragon Ball Z" y El Piojo Herrera, quien es un buen amigo que no iba disfrazado pero en una "carrilla" espontánea que surgió durante la premiación, se le dio el premio por su parecido al ex-director técnico de la selección mexicana.

Música, BeerPong, amigos, pláticas, risas, buena vibra... sin duda alguna fue una fiesta como pocas que sin duda alguna recordaré para siempre.

Tengo varios amigos que no pudieron asistir pero que, cuando les platiqué sobre la fiesta y en especial, la temática de disfraces, algunos se sorprendieron en un tono de confusión.

¿Cómo era posible que cumpliendo 30 años hubiera organizado una fiesta de disfraces?

La pregunta estaba al aire con una insinuación de inmadurez de mi parte por semejante idea.

Debo admitir que esta plática me dejó reflexionando e incluso me pregunté a mí mismo si en verdad no había caído en una especie de actitud inmadura.

Después de meditarlo unos días llegué a la siguiente conclusión: No.

Estamos viviendo en un mundo donde se nos dice como debemos de vivir; etapas, situaciones y experiencias de acuerdo a nuestra edad, lo que nos ha llevado a perder un poco la capacidad de jugar, de divertirnos, de ser espontáneos, de disfrutar sin encasillarnos.

Y no me lo vayas a tomar a mal, estoy totalmente de acuerdo en que hay etapas de vida y tenemos que seguir creciendo, ir tomando en nuestras manos nuevas obligaciones y responsabilidades y sobre todo, tomar las riendas de nuestra propia vida.

El problema que noté aquí es que muchas personas se van con la finta y creen que tomar las riendas de tu vida, ser responsable, organizado y cumplir con tus deberes va peleado con mantener un espíritu de juego, de espontaneidad y de diversión.

Dicho de otra manera, muchas personas toman como señal de inmadurez el mantener un espíritu de juego, espontaneidad y diversión.

Veo también que esta forma de ver las cosas va más allá, generando gran estrés en muchas personas (mujeres principalmente) cuando la "preocupación" de la sociedad ataca a quienes tienen "veintitantos" años y "no tienen novio" y se "están quedando", metiendo semejante presión a las personas que en muchos casos terminan con la primera persona que "medio les latió" pero que en realidad no era la persona correcta.

Veo también la presión de que el mundo te dice que tienes que lograr determinadas metas en determinado tiempo de determinada forma, ya que si no lo logras de esta manera no fuiste exitoso.

Veo otras tantas que ven que si decides ser espontáneo te etiquetan como irresponsable.

Al mundo se le ha olvidado como jugar en la vida, como jugar con nuestro niño interior.

"Ya tienes 30, ¿y en verdad organizaste una fiesta de disfraces, Roy?"

Oh sí que lo hice.

Y ha sido de las fiestas en las que más me he divertido en mi vida.

¿Y sabes? todos mis amigos (que tiene un rango de edad entre 22 a 31 años aproximadamente) se divirtieron a lo grande también.

No le tengamos miedo a divertirnos, a ser diferentes, a vivir sin tanto rollo en la cabeza. Suficiente tenemos con el que mundo nos quiera dictar como debemos de vivir como para dejar que también nos dicte como debemos divertirnos.

¿Quieres ir a Disneylandia y tienes 38? Perfecto, hazlo y diviértete mucho.

¿Quieres aprender a tocar guitarra pero sientes que ya estás "muy viejo" para eso? No te hagas bolas: hazlo y cómprate la guitarra más bonita que puedas encontrar.

¿Quieres vivir un sueño de tu infancia? Hazlo sin pensar en qué dirán los demás.

Recuerda algo: al final de todo, es TU vida y quien cargará con las consecuencias de tus actos (o la falta de estos) serás tú principalmente.

Vive la vida que deseas tener y no la que otros esperan que tengas solo por que ellos no se atreven a vivirla como en el fondo desean.

Abrir tu corazón a la espontaneidad y diversión no va peleado con tomar las riendas de tu vida de manera madura y responsable. Al contrario, los corazones maduros son aquellos que han mantenido la capacidad de asombro, de juego, de poder presentarse a una cita de negocios y horas más tardes jugar con un niño pequeño a las naves espaciales.

A veces, se vale ser como un niño.

Deja salir a tu niño interior, déjalo que se quede fuera y que se vuelva tu niño exterior.

Yo ya lo dejé salir, y estoy planeando con él, la siguiente fiesta de disfraces para celebrar mi cumpleaños no. 50.

Atentamente,

Roy Pérez

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